Experiencia de aprendizaje 5. Primera parte.
Carta sobre Paulo Freire.
Norte de Brasil, cerca del año 1960
Querida amiga,
Te cuento que en mi experiencia en Brasil me he topado con un personaje único: un profesor que está transformando mi mirada respecto de la educación y de la cultura popular.
La persona en cuestión se llama Paulo Freire. Se especializa en educación para adultos pero sus ideas bien pueden trasladarse a otras situaciones. Paulo promueve la alfabetización desde el diálogo. Tanto el educador como el educando participan activamente en la construcción del conocimiento. Como el punto de partida es el diálogo, se ponen en juego los saberes de los estudiantes, sus conocimientos previos, su cultura. Es interesante lo que se da ahí porque nace un vínculo. El diálogo valoriza a los estudiantes como personas y permite al docente conocer la cultura de las mismas, desde la cuál poder proyectar la enseñanza.
De alguna manera lo que hace Paulo es, desde el diálogo problematizar y reflexionar sobre el contexto, definir las palabras significativas y desde ahí ir hacia la escritura.
Me habían hablado mucho de él, pero de manera reduccionista. Me dijeron que enseña a leer y escribir rápido. Sin embargo me encontré con algo mucho más interesante. Este profesor plantea la alfabetización como proceso de concientización social.
Me encanta participar de sus clases, porque además aprendo mucho sobre las actividades del campo en Brasil. En cada charla con los campesinos me acerco más a esa realidad. Definitivamente los Brasileños no son todos como el sentido común Argentino indica, ¡Qué simplificaciones malas hacemos eh!
Un día Paulo me invitó a tomar un rol más similar al suyo (no me atrevo a decirme docente aún). Fue muy interesante lo que ocurrió porque yo estaba muy nerviosa y él me animó a que expresara mi sentir frente al aula. “Lo mejor es decirles a los educandos lo que estamos sintiendo en una demostración de que somos humanos y limitados. Es hablarles sobre el propio derecho al miedo, que no puede ser negado a la figura del educador o de la educadora. Así como el educando, ellos tienen derecho de tener miedo. El educador no es un ser invulnerable. Es tan gente, tan sentimiento y emoción como el educando. Frente al miedo, lo que lo contraindica para ser educador es la incapacidad de luchar para sobreponerse al miedo, y no el hecho de sentirlo...”
Espero que podamos conversar más sobre esto en nuestro próximo encuentro. Estoy segura de que te va a acutivar como a mi. Estuve monotemática en el escrito, pero como notarás estoy emocionada y a la vez me siento abrumada por lo que, ahora entiendo, implica la tarea docente. Exige seriedad, preparación científica, preparación física, emocional, afectiva y una enorme responsabilidad
política.
Un abrazo,
Carolina
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